El corazón del pueblo vuelve a latir. El paciente está vivo.

La pasada manifestación por la sanidad dejó en mí unas inspiradoras semillas que me gustaría compartir con ustedes. Lo primero que llamó mi atención al llegar fue un nutrido grupo equipado con tambores e instrumentos de percusión, el cual animaría la marcha durante el recorrido, dotando de un ambiente festivo a la jornada.

Las ondas sonoras rítmicas que emanaban sincronizadas se sentían como la señal de que el pueblo, tras 3 años desde el inicio de un ataque despiadado, comienza a despertar del letargo y, al fin, empieza a darse cuenta de que sus políticos les han engañado. El corazón del pueblo vuelve a latir. El paciente está vivo.

Virus. Quédateencasa. Confinamientos. Distanciamiento social. Aplaude a las 8. Gel. Mascarillas.Más mascarillas. Tests: Vacunar, vacunar y vacunar (pero aún así seguimos con las mascarillas). Pasaportes de vacunación, etc., etc., etc. Continuando con una guerra, inflación, crisis… ahora toca plantear el desmantelamiento de la sanidad pública… de oca a oca y tiro porque me toca.

Una mayoría creciente va atisbando que detrás de los acontecimientos mencionados y las mentiras, los llamados representantes del pueblo han sacado (siguen y seguirán sacando) un gran rédito a costa de los de siempre (nosotros, los de abajo) en beneficio de los mismos (ellos, los de arriba): un grupo de cada vez más personas que cada vez tienen menos, y otro grupo de cada vez menos personas que cada vez tienen más. Y además seréis felices, nos dicen sus amos desde Davos. Esto es la consecuencia de estar viviendo bajo un sistema inmoral, donde los mecanismos de control y límites a la clase política son inexistentes. Democracia de cartón piedra. Oligarquía de partidos. Régimen del 78.

Lo segundo que llamó mi atención, y que enlaza con lo anterior, es palpar que hay un número importante de individuos que saben que el sistema está podrido hasta el tuétano (acabado, caput, muerto, finiquitado… ¡Hasta luego Lucas!), pero que siguen aferrados a ideologías que dividen y fragmentan, a falsas esperanzas, a la ilusión de un «salvador» por llegar y al que rendir pleitesía. ¡Que viven en los mundos de Yupi!

Estas personas se resisten a soltar lo caduco, quizás por estar rígidamente insertos en el sistema que los ha aleccionado por largos años, a través de una educación en campos de concentración con forma de escuelas y aulas; personas deshumanizadas por propaganda y refinadas técnicas de manipulación del inconsciente individual y colectivo; personas que son incapaces de reconectar con el Ser Libre, curioso, creativo, explorador y aventurero que en esencia todos fuimos un día antes de ser devorados por la maquinaria implacable del Estado y del sistema, hasta ser transformados en un subproducto yermo,  gris, monótono, vacío, infeliz y perdido, que ha extraviado su alma y no sabe donde está la Vida.

Desaprender lo aprendido para volver a aprender cuesta mucho. El sentido de la identidad de estas personas está aferrado a la mediocridad, probablemente al intuir el dolor que inevitablemente deberían afrontar para liberarse de las cadenas que les atan. Hay una falta de humildad terrible cuando eligen seguir, obstinados, en el error. Y cobarde. Rectificar es de sabios, dicen. Pero prefieren seguir siendo una pieza inerte más al servicio de la maquinaria que los masticará hasta que llegue el momento de escupirles, tras previamente haberles exprimido todo su jugo vital. Lo cual hará sin remordimiento alguno, pues la naturaleza del sistema es tremendamente fría, inhumana, muerta: desalmada.

En definitiva, la mayoría elige estar y pensar en el mundo de esa manera sin alma. Fueron enseñados a ser incapaces siquiera a abrirse un segundo a algo diferente y, por tanto, seguirán votando a este o al otro para que no salga aquél o el de más allá… Seguirán dando poder al sistema, legitimando con su voto a un nuevo ladrón al que subir al trono del poder, alimentando a la bestia, siendo su cómplice voluntario. Seres que eligen su esclavitud y la indignidad así asociada, en el ejercicio de su libre albedrío… Condenando así sus almas.

Yo me dirijo a todos con mi mensaje, especialmente a esos a los que aún les late el corazón, a los que todavía están vivos y pueden sentir el latir del pueblo, pero que necesitan un faro que les ilumine el camino de salida del laberinto en el que se encuentran. Una guía hacia el más allá de la oscuridad fangosa y putrefacta en la que todavía se encuentran, hacia la luz de la Libertad Política Colectiva. Pero deberá ser cada cual quien encuentre su singular camino y quien ande los pasos que le sacarán de allí.

El camino que conecta nuestras singladuras se llama Libertad Política Colectiva. Unión y dignidad frente a la perversión política. Se trata de algo tan sencillo como no ser nunca más cómplice del sistema con las reglas perversas actuales de juego. Se trata de levantarse y dejar de votar. Y luego, cuando llegue el momento, mover el culo y salir a la calle. Y el tiempo que haga falta: nada de salir a quejarse y luego volverse a casa como si nada. La Libertad viene en nuestra busca, sí, pero no llega sola: también hay que conquistarla. Gracias don Antonio García-Trevijano Forte por abrir la brecha.

Saludos y Libertad Política Colectiva.

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