Por primera vez el campo español se organiza sin partidos ni sindicatos. Sólo el pueblo salva al pueblo.

Estamos ante algo histórico. Por vez primera, el sector primario de España se organiza a gran escala sin partidos ni sindicatos estatales, de manera puramente civil. El campo se moviliza con la plena consciencia (con «s» de sabiduría) de que la principal parte del problema son los propios sindicatos: que son organizaciones de caciques vendidos al poder político y globalista, e instrumentos de ese mismo poder para bloquear o desmantelar todo intento verdadero del pueblo para cambiar las cosas.

El pueblo español vive cada vez más sometido, cada vez más pisoteado por el globalismo, la UE y su antidemocrática Agenda 2030. Y para que eso siga siendo así, y siga yendo a peor, los partidos y sindicatos cumplen su papel de engañar como si nos representaran, y como si nos defendieran. 

Pero todo es una trampa. Tanto los sindicatos subvencionados (por eso los llamo estatales) como los partidos subvencionados viven del sistema. Su modo de vida consiste en que todo siga igual. Cualquier petición o queja del pueblo sometido, tratarán de sofocarla a cambio de medidas superfluas, confusión y división.

Y los medios de comunicación, también subvencionados, son parte del sistema y parte de esa gran trampa que nos somete. Ante las grandes movilizaciones de los agricultores, ganaderos y pescadores, los medios seguirán dándole la voz a los sindicatos estatales (como los chupa-gambas de ASAJA) y a sus cabecillas, para hacer creer al resto de la población española que las protestas están bajo control, y que piden lo que ellos dicen que piden.

Control. Es lo que ellos quieren. Así nos dominan. Partidos y sindicatos quieren que estemos bajo su control. Y es así como el pueblo sigue bajo las directrices de la UE y de la Agenda globalista.

Pero los campesinos han tomado una nueva consciencia. Con esa «s» de la sabiduría y del sentido común: un conocimiento penetrante que sólo brinda la vida primordial, la más cercana a la tierra y su cultivo. Es así que han sido los primeros en darse cuenta de dónde está precisamente el problema; está en el sistema de poder, en sus partidos y sindicatos.

Así, los campesinos han sido los primeros en movilizarse civilmente por toda nuestra patria a gran escala. Su sencillo pero profundo sentido común ha adelantado por mucho a los aletargados urbanitas; a los acomodados de ciudad que viven todavía inconscientes en su molicie, creyendo todavía en ese «como si» que les dictaminan los partidos, sindicatos y medios de comunicación subvencionados (sí, todos esos cuyo único interés es que todo siga igual).

Es paradójico cómo la gente de campo es mucho más civilizada que la gente de ciudad. Más civilizada porque son capaces de organizarse de manera civil, sin depender de las mentiras, promesas y manipulaciones de los partidos estatales y sus sicarios: los sindicatos y los medios de comunicación, todos los que comen de la olla gorda por medio de subvenciones que los políticos diseñan, deciden y aprueban.

El urbanita necesita un golpe de realidad. Darse de bruces con el sudor de la tierra. Sentir el olor penetrante que baña el campo antes del amanecer. Darse cuenta de que si el agricultor no produce, la ciudad no come.

¡La lucha del sector primario es primordial! ¡Todos los ciudadanos de las grandes y pequeñas urbes con el campo español! ¡Hermandad civil!

Los medios tratarán, como siempre, de demonizar a los agricultores. Les calificarán de extrema derecha, de conspiranoicos, de anti-vac***nas, y de otras barbaridades. La confusión, la tergiversación y la mentira son las primeras armas del poder establecido. Las multas, las porras y los detenidos, son las segundas.

Pero la lucha por la libertad del pueblo exige firmeza de espíritu y la más heroica valentía. No ceder ante la tergiversación de la televisión y prensa; no creer en las promesas vacías que los políticos y sindicatos —auténticos profesionales en el arte de la estafa— formulen para desmovilizar la marcha. Sus viperinas lenguas tratarán de ofrecer el oro y el moro, o de hacer que todos vuelvan a casa a cambio de unas paguitas u migajas.

Los caciques del Estado tratarán de comprar al sector primario como quien compra unas reses con dinero prestado; tratarán de sobornarles con un dinero que ni siquiera es de los políticos, ¡sino de las arcas públicas de todos los españoles!

Si se cede ante el soborno y las promesas de los estafadores, será pan para hoy, hambre para mañana. Volverán a pisotear al pueblo, más pronto que tarde. Entonces cabe preguntarse: ¿vamos a estar como pueblo continuamente protestando, suplicando mañana otra vez a los caciques de la Agenda para que aflojen la soga?

De ninguna manera. El pueblo debe coger la sartén por el mango. Ya que se ha movilizado de manera civil, sin partidos ni sindicatos, está en condiciones de exigir y presionar para lograr cambios que ningún partido ni sindicato del sistema apoyaría jamás. Las exigencias, además de las propias del sector primario, deben estar encaminadas a unos cambios en el sistema político que garanticen su cumplimiento, y de que el poder siempre estará en manos del pueblo.

Con dos simples exigencias, certeramente dirigidas a la línea de flotación del sistema político, se desmorona el cortijo que tienen montado los caciques.

1. Votar a personas y no a partidos. Referéndum, vía artículo 92.1 CE, para cambiar el sistema electoral español a uno por diputado de distrito de 100.000 habitantes, y revocables en todo momento por los habitantes del distrito. Así en el Congreso el diputado que no cumpla, se tiene que ir fuera, como cualquier trabajador cuando traiciona la confianza de su pagador. Los políticos deben trabajar para el pueblo y no al revés como ahora.

2. No mantener más a los políticos. Convocar Referéndum nacional, vía artículo 92.1 CE, para eliminar las subvenciones públicas a partidos políticos y sindicatos. Que se financien con el dinero de los afiliados y no vivan de nuestro dinero. Se les cortaría el grifo: ¡sin dinero no serían más que nadie!

Estas dos simples exigencias harían que el poder siempre esté en manos del pueblo y no de los burócratas. ¿Qué partido defendería estas exigencias? Ninguno. Por eso, si los agricultores las enarbolan, junto con una sociedad civil multisectorial ejerciendo su constante y activo apoyo, los caciques y chupa-gambas temblarían.

Con las decisiones políticas en manos de representantes de distritos pequeños, y no en los despachos de los partidos, y sin subvenciones públicas, la clase gobernante parasitaria en España dejaría de existir. Y de esta desparasitación podrían abordarse gestas aún más ambiciosas: referéndum para derogar la Agenda globalista, es decir, toda normativa en materia Agenda 2030 y de todo compromiso de España con la misma; o incluso para liberarnos del yugo del 4ª Reich —la Unión Europea— bien activando el artículo 50 del Tratado para iniciar el proceso de salida, o bien resituando la soberanía española en ese club de plutócratas, para que deje de ser subastada a golpe de talonario.

Ya malvendimos al Reich la industria, la pesca y la minería, convirtiéndonos es un país de servicios para anglos y tudescos; y ahora la burocracia globalista quiere hurtarnos también el sector primario por entero, nuestra capacidad de producir nuestro propio alimento y sustento, a favor del producto africano o americano —de ínfima calidad, ¡dónde va a parar!— para abarrotar los bolsillos del capitalista extranjero.

Un movimiento agrario civil con dos referéndums. Dos puñetazos certeros a la misma mandíbula del peso pesado estatalista, que le harán besar la lona. Por eso hay que saber dónde pegarles, saber dónde son vulnerables: precisamente en esos dos pilares del propio sistema (político y material), fuente del poder omnímodo con el que nos ponen la bota al cuello.

¿Vamos a rogarles que dejen de pisarnos, sin garantía de que mañana no lo hagan de nuevo y más fuerte? ¿O vamos a lanzarles dos buenas pedradas con la honda del pastor que harían caer al mismísimo Goliat?

El poder pertenece al pueblo y no a unos cuantos burócratas que no saben ni cuántos pezones tiene una cabra. Los españoles marchan unidos sin partidos ni sindicatos, porque ya no queda otra… porque sólo el pueblo, salva al pueblo.

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3 thoughts on “Por primera vez el campo español se organiza sin partidos ni sindicatos. Sólo el pueblo salva al pueblo.

  • el 5 de febrero de 2024 a las 11:22
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    Gracias a todos los que estáis haciendo posible que la unidad de España se levante ordenada y pacíficamente.

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  • el 5 de febrero de 2024 a las 16:50
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    Desde mañana Yo, TODOS, SOMOS TAMBIÉN AGRICULTORES. Merecéis TODO el RESPETO y CONSIDERACION por vuestro trabajo, por vuestro sufrimiento a manos de los psicopatas que nos gobiernan y por los 🥚🥚 Huevos que le habéis hachado con esta protesta, QUE ES LA DE TODOS. AUPA AGRICULTORES!!! 👩‍🌾✨🚜✨🚜✨🚜✨👩‍🌾🥚🥚

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  • el 5 de febrero de 2024 a las 17:50
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    Arriba ese sector primario , el pueblo os apoyamos 💪💪💪💪💪💪.
    Ya ha llegado la hora de que se nos oiga

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