La guerra es una estafa.

El pasado día 13 de febrero de 2023 mi admirado Glenn Greenwald, abogado constitucionalista y analista político, recordaba en su programa System update el opúsculo escrito en 1935 por el General de la Infantería de Marinade los EE. UU. Smedley D. Butler cuyo título es War is a racket, cuya traducción al español puede ser como el título de este artículo «La guerra es una estafa».

El General Butler fue condecorado con dos medallas de honor por el Congreso norteamericano y con la Medalla por Servicios Distinguido; y hay quien afirma que su libro le convirtió en el campeón del movimiento pacifista. En él afirma lo siguiente:

En cuanto a la naturaleza de la guerra:

La guerra es una estafa. Siempre lo ha sido. Posiblemente es el tipo de estafa más antiguo, sobradamente el más lucrativo, seguramente el más perverso. Es el único de alcance internacional. Es el único en el que los beneficios se calculan en dólares y las pérdidas en vidas humanas. Creo que la mejor descripción de una estafa es algo que no es lo que parece ser para la mayoría
de la gente. Solamente un pequeño grupo «enterado» sabe de qué se trata. Se realiza para beneficio de los muy pocos a expensas de los muchos. Gracias a la guerra un pequeño número de personas amasa fortunas enormes.

En cuanto a los agentes de las relaciones internacionales:

En el mundo de hoy existen cuarenta millones de hombres en armas y nuestros estadistas y diplomáticos tienen la temeridad de decir que no se prepara una guerra. ¡Campanas que anuncian el infierno! ¿Estos cuarenta millones de hombres están entrenándose para ser bailarines?

En cuanto a quienes sufren las peores consecuencias de la guerra:

Pero, ¿genera beneficios para las masas? ¿En qué beneficia a los hombres que resultan muertos? ¿En qué beneficia a los hombres que resultan mutilados? ¿En qué beneficia a sus madres y hermanas, a sus esposas y a sus novias? ¿En qué beneficia a sus hijos? ¿En qué beneficia a cualquier persona, excepto los muy pocos para quienes la guerra significa enormes ganancias?
Sí, ¿y en qué beneficia a la nación? Tomemos nuestro propio caso. Hasta 1898 no poseíamos una pizca de territorio fuera del continente de América del Norte. En aquella época nuestra deuda nacional era un poco más de mil millones de dólares. Entonces adoptamos una mentalidad «internacional». Olvidamos, o dejamos de lado, el consejo del Padre de nuestro país.

En cuanto a los agentes que obtienen beneficios:

No sé cómo los banqueros hicieron sus millones y sus billones, porque esos pequeños secretos nunca llegan a ser públicos, ni siquiera ante una comisión investigadora del Senado.

En cuanto al peligro de un indebido control de las instituciones políticas:

No soy tan tonto como para creer que la guerra sea cosa del pasado. Sé que la gente no quiere guerra, pero es inútil pensar que no podamos ser empujados a otro conflicto bélico.

Mirando retrospectivamente, Woodrow Wilson fue reelegido presidente en 1916 sobre la base de una plataforma electoral según la cual él «nos había mantenido fuera de la guerra» y con la promesa implícita que él «nos mantendría fuera de la guerra».

A pesar de estos ofrecimientos, Wilson pidió al Congreso, cinco meses después, declarar la guerra a Alemania. En ese intervalo de cinco meses no se le preguntó al pueblo si había cambiado de opinión. A los cuatro millones de jóvenes que se pusieron los uniformes y marcharon o navegaron [a los frentes de guerra] no se les preguntó si querían salir del país para sufrir y morir.
Cabe preguntar, ¿qué hizo que nuestro gobierno cambiara de idea tan de repente? Dinero.

He querido transcribir estos párrafos, por un lado, porque a cualquier persona avisada da una idea precisa del valor moral e intelectual que tiene este libro. Y por otro lado, porque estos párrafos llenan de sentido la siguiente reflexión de Greenwald:

Ahora, de nuevo, puede pensar que ésta no es la verdadera razón de la guerra. La verdadera razón es que estamos realmente ansiosos por proteger la democracia en Ucrania. Que amamos mucho a los ucranianos. Que queremos que tengan un gobierno democrático incluso mientras apoyamos algunos de los regímenes más despóticos del mundo en Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos y Jordán y Qatar y Egipto. Sin embargo, de alguna manera usted puede creer que realmente estamos ahí para luchar por la democracia. Pero lo que es incuestionablemente cierto es que la guerra es un chanchullo.

Tras lo anterior, poco puedo añadir que no sea invitarles a una sincera reflexión a fin de poder dar respuesta al papel que nuestra nación juega en todo esto.

Cincinnatus.

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