El fundamento de la política.

La Eutaxia, para Gustavo Bueno, es sinónimo de buen gobierno. Pero no desde un punto de vista ético, sino que aquí «buen» significa capaz de mantenerse en el tiempo. Por tanto, la eutaxia, el gobierno capaz de mantenerse en el tiempo, es el fundamento de la política. Lo que define aquí Gustavo Bueno es lo político como fundamento de la política.

Ahora voy a ampliar más el concepto con mi criterio. Aunque coincido con lo que dice Bueno en parte (como la eutaxia como fundamento de la política) ello me parece insuficiente.

Lo político es el gobierno y la política es la acción de gobierno. Lo político es la cosa, la política es la gestión de lo público. Pero aún es incompleta la definición de la política porque la instancia de lo político es en sí una estructura, que en sí configura una relación entre gobernantes y gobernados, por tanto, una relación humana. Esa relación es el poder político, porque unos dominan sobre otros. El poder es una relación como la libertad. De hecho la libertad política es una forma específica de esa relación de poder.

El motor de esta relación radica en las ambiciones por mantenerse en el poder o aumentarlo, es decir, aquí entra Maquiavelo; la lucha por el poder. Aquí se establece un dinamismo que le da al concepto de política una tercera dimensión.

El motor de la política, por tanto, para mí es la lucha por el poder, la lucha por ser gobernante y mantener ese poder o aumentarlo basado en la dominación que el gobernante tiene sobre los gobernados. Un poder que se estructura a partir de la existencia de un gobierno instaurado, capaz de mantenerse en el tiempo. Es decir, el gobierno existe porque hay una relación entre gobernantes y gobernados, y la política es la acción que tiene lugar en esa relación, motivada por la lucha por el poder político.

La política, y por tanto la acción que tiene lugar en la relación de gobernantes y gobernados, puede conformar el poder político de manera que esta relación sea desequilibrada. Es fundamental establecer unos límites a esa lucha que estructure el poder político, de manera que no pueda desequilibrarse.

La democracia representativa, en la opinión de los repúblicos, equilibra esta lucha porque orienta las ambiciones de manera que los poderes políticos se limitan mutuamente. La constitución de la separación de poderes en origen, con representación política, crea una relación sana. Es democracia en tanto que la fuente de legitimidad de los poderes políticos es el pueblo (conjunto de gobernados) pero en diferentes actos legitimadores. Es decir: la fuente es el pueblo, y por tanto, a cada poder se lo elige por separado por parte del pueblo.

Si lo político es la cosa y la política es la gestión de lo público, aunque la gestión se ejerza desde lo político (hoy el Estado), la fuente de los gestores puede ser el pueblo gobernado o no. Y depende de dónde proceden los políticos, para defender unos intereses u otros. Si los políticos proceden del pueblo gobernado en tanto que es elegido por éste, aquéllos atenderán a los intereses del conjunto.

Es cierto que la política a veces exige unidad de poder, puesto que una situación excepcional lo requiere. A esto se le llama Estado de excepción, muy estudiado por Schmitt, quien reconoce que todo Estado tiene materialmente en su constitución este tipo de unidad de poder. Los romanos crearon la dictadura como una magistratura para casos excepcionales, de peligro para la respública.

Una democracia representativa no es incompatible con el Estado de excepción. Como forma de gobierno dentro de un Estado, la democracia no puede escapar a situaciones límite que la anulen temporalmente. Y la constitución de una democracia representativa, bien haría en reconocer una dictadura comisaria regulada para que, en ocasiones excepcionales, pueda tener lugar.

Lo que no puede ser es que la razón de Estado, que sería como una reacción de supervivencia del Estado para preservar la eutaxia, esté presente sistemáticamente en la política. Esto pasa cuando hay una unidad de poder sine die, es decir, hay una constitución del poder donde éste está unificado, soldado, y se produce un abuso de poder constante, sin justificación alguna, eso sí, creando relatos que justifiquen los abusos de poder por parte de los gobernantes que ostentan ese poder incontrolado.

El gobierno de esta manera se engendra a sí mismo en connivencia con poderes económicos y agentes externos que no son el total del pueblo gobernado y que en muchas ocasiones son agentes extranjeros, produciendo unos intereses en el gobierno diferentes a los que pueda tener el conjunto de la población; por tanto, puede desaparecer el gobierno de lo público, como hoy pasa en España.

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