Domingos de Acción Constituyente: 22 de mayo de 2022.
Las elecciones de Andalucía se acercan, principiadas por la ambición sin límites de los Reyes-Ladrones que asolan las arcas del tesoro español. Estos sátrapas, con sus hordas esclavizadas a golpe de látigo ideológico, preparan en masa el ritual: forman sus interminables filas para sacrificar a las núbiles Verdad y la Libertad en los desgastados altares del voto. Otra vez, la Rueda Cruel de la partidocracia se mueve hacia ningún lugar, ocultando el amanecer en los negros humos de un porvenir siniestro.
El sufrimiento es el factor que nos hace crecer. El músculo que aumenta es porque se ha roto antes. Esto es una ley biológica, una regla inexorable de la vida. Si hoy estamos aquí, es porque nuestros ancestros no se rindieron ante el dolor y se hicieron más fuertes que la adversidad. Tenemos en frente a un monstruo mucho más grande y difícil que derrotar, pero cada generación ha de internarse en su propio Laberinto y derrotar al Minotauro. Los mitos de Aquiles, Perseo, Ulises, Teseo… todos ellos sufrieron de verdad en sus hazañas, todos se enfrentaron a poderosos enemigos, y precisamente por eso crecieron y se convirtieron en héroes.
Un domingo más, los abstencionarios malagueños acudimos a la plaza como los trescientos que siguieron a Leónidas. Infatigables marchamos: Álvaro, Luisa, Carmen, Paco, Eliseo, Néstor, Vishnu y yo, convencidos de que caminamos junto a la Historia. Nos acordamos de algunos camaradas caídos, y anhelamos las nuevas antorchas de los valientes de otras islas que nos acompañen para luchar por la encadenada Andrómeda: la Libertad Constituyente.
Este día mucha gente —algo más de la habitual— se interesaba por nosotros. Cuando me preguntaron sobre nuestra organización, pude decirles que en Málaga hacemos Asambleas bimensuales, con el fin de proponer acciones civiles de contrapoder para deslegitimar el sistema, y así tener una posibilidad real de derrotar al monstruo dándole en su punto débil. El Polifemo sistémico —un gigante al parecer invencible— nos quiere divididos en partidos e ideologías, mientras que las oligarquías estatales de los partidos se enriquecen y todo sigue igual, alejando toda posibilidad real de cambio y empoderamiento civil.
En tales circunstancias, ¡sólo una acción heroica puede liberarnos de las cadenas serviles a los Reyes-Ladrones! Nos robarán, nos humillarán, ¡pero nunca les rendiremos pleitesía! ¡Lucharemos hasta el fin!
Nuestro ejército aguarda silencioso, aguantando y aguantando las fatigas a las que les someten los poderosos: nosotros, en cambio, instigamos la insurrección civil para una ruptura democrática y pacífica del colectivo contra el sistema. Dándole la espalda al férreo Talos de pies de barro, cuya ominosa mirada nos somete desde el 78, construiremos una sociedad política radicalmente nueva, desde abajo hacia arriba.
En la plaza muchos sentenciaban que sí, que estaban de acuerdo… pero que la abstención no funciona. Y yo me pregunto: ¡ah! ¿por qué lo aseguran? ¿Acaso habla Apolo a través de ellos, como sacerdotisas en la guarida de Pitón? ¿Y votar sí funciona cuando llevamos 40 años de lo mismo, y no sólo eso, sino que nos encaminamos al desastre absoluto?
Nuevos tiempos exigen obras nunca vistas. Si el pueblo español nunca ha practicado la abstención activa, tal vez esa sea la ruta nunca recorrida que lo lleve a las playas de Ítaca; tal vez esa sea la desobediente espada que corte el Nudo Gordiano que impide nuestra liberación. Patente queda que ésta nunca llegará de la mano de los endiosados Reyes-Ladrones. ¡Al suelo con sus ídolos azules, rojos, morados y verdes!
Confía en ti mismo: cada corazón vibra según esa cuerda de hierro. Acepta el lugar que la divina providencia te ha otorgado, la sociedad de tus contemporáneos, la cadena de los sucesos. Así lo han hecho los grandes hombres: como niños, se han encomendado al genio de sus tiempos, y su entendimiento ha manifestado que aquello que realmente merece la pena se encontraba a su lado, trabajando a través de sus manos y dominando su ser. Ahora somos hombres y debemos aceptar con la mayor altura de miras el mismo destino trascendental; no somos menores ni inválidos resguardados en un rincón, ni tampoco cobardes que huyen ante la revolución, sino guías, redentores y benefactores que siguen el todopoderoso esfuerzo y que superan el caos y la oscuridad.
-Emerson.