Domingos de Acción Constituyente: 24 de abril de 2022.

Este domingo acudimos a la plaza y notamos una efervescencia mayor a la habitual. Sin duda, son tiempos de intensa transformación social. Llegará un día en que el espejismo de los partidos políticos deje de obnubilar al colectivo y se produzca un gran despertar liberador. ¿Cuándo llegará ese momento? No se conoce la fecha exacta, lo único que podemos hacer es estar preparados y reanimar con susurros al Pueblo Durmiente. 

En la plaza, muchas personas estaban de acuerdo con nosotros y decían que deberíamos convertirnos en un partido político. A esas personas, acostumbradas a la comodidad, les encantaría lo fácil: votarnos en las elecciones y que fuésemos nosotros quienes les pusiésemos las cadenas a los tiranos (la representación y la separación de poderes).

¿Pero qué falso cambio sería ese? ¿Y qué razón iban a tener para votarnos y confiar en nosotros? ¿Acaso Podemos cumplió lo que prometió? ¿Acaso Vox va a someter a la partidocracia renunciando al dinero de la partidocracia? Entonces, ¿por qué razón la Junta Democrática iba a ser distinta al resto de partidos? ¿Acaso somos más buenas personas que ellos? Nada de eso.

La Junta Democrática persigue la Libertad Colectiva, de modo que ¿cómo va a concederla si pertenece al pueblo español? Una verdad tan grandiosa e imperecedera como la Libertad de una nación y de una cultura, si se comprende en su plenitud, nunca devuelve a la mente a su estado original.

A los que siguen creyendo que un partido cambiará el sistema, se les debe responder: esto no se trata de partidos ni de facciones. Pensar así forma parte de lo viejo y anti-revolucionario.  La liberación es dejar de esperar a un «Mesías» o a un «Amo Justo» que cambie las cosas mientras tú no haces nada. La revolución exige madurez, dejar atrás tus hábitos conformistas y perezosos, e implicarte personalmente en la lucha política sin esperar a que otros lo hagan primero, ni esperar a otros para cederles tu voto en unas elecciones del sistema.

Formar parte de un movimiento civil abstencionario supone tomar acción por uno mismo. Significa romper las cadenas mentales que te atan a los hábitos del servil pesimismo, y cambiar tus hábitos de vida para emprender un camino inspirador y ejemplar hacia los que te rodean.

El gran despertar llegará cuando las masas dejen de confiar en el poder político. Desconfiar pero de verdad, dejando de esperar de una vez por todas a ese irreal «Amo Justo» que cambie las cosas, y asumir la realidad: que nadie en el Estado de partidos va a solucionar nada, salvo un pueblo organizado y consciente, caminando en colectivo hacia su propia Libertad… sin detenerse hasta conseguirla.

Nadie avanza a ningún lugar si no sabe a dónde va. En eso, precisamente, consiste la Junta Democrática: en un navío del colectivo para llegar a unas nuevas costas, a la espera de otros navíos que formen con ella una escuadra común de avance imparable e impetuoso, con las velas henchidas por los vientos de la libertad renovadora.

La misma acción de hoy se ha desarrollado en Granada:

En Madrid:

En Cádiz:

Y en Córdoba:

La hoja de ruta está trazada, sabemos perfectamente a dónde vamos, y tenemos unos buenos barcos con los que cruzar las tempestades y los mares traicioneros y tenebrosos de la partidocracia. Hoy estuvimos Eliseo, Joana, Andy, Álvaro, Carmen, Antonio, Andrés, Vishnu y yo. Tal impulso había en el aire, que se nos unió otro Antonio: un transportista jubilado que se puso a sujetar las pancartas con nosotros.

Los vientos favorables ya llegarán, ¡sólo necesitamos más tripulantes que remen con nosotros! Se precisa más potencia civil. Desde luego, la que fundó la partidocracia en 1978 fue exigua, ya que fue un sistema impuesto y urdido desde el Estado. Tal y como las placas de la plaza muestran, el texto decidido a puerta cerrada fue aprobado por tan sólo el 67% de aquel momento:

La Carta Otorgada de 1978 sólo fue votada por el 67% de los españoles: 10 millones de personas de aquel entonces, en un clima de desconcierto, desinformación y grandes miedos. Y de esas 10 millones, prácticamente la mitad habrán fallecido ya. Ninguna legitimación, salvo la servidumbre voluntaria, sujeta ya al Régimen del 78.

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