Domingos de Acción Constituyente: 9 de enero de 2022.

«Leemos para saber que no estamos solos». Me quedé con esa frase en la película Tierras de penumbra, una de las mejores y más maduras obras cinematográficas sobre el significado del amor y de la pérdida. Al fin y al cabo, lo que más nos llena a todos los seres humanos es la compañía, aunque nos refugiemos en nuestra sagrada soledad, sin importar que nos separen las extensiones del espacio con unos y los océanos del tiempo con otros.

Nuestras aspiraciones más elevadas y fecundas son, por lo tanto, las que se encaminan a hacer simplemente compañía a la gente que nos rodea; a hacerles sentir que son comprendidos, que no están solos, y que alguien reconoce la verdad de lo que son: personas brillantes y con mucho, muchísimo, que decirnos.

La calma de este domingo 9 de enero invita a lo que yo llamo la grata soledad. A esa que se busca y que tanto nos repara, porque sabemos que, en el fondo, es una soledad acompañada. Una soledad en la que tenemos la certeza de que, ahí fuera, hay mucha gente que se preocupa por nosotros.

La despreocupación de los gobernantes, que sólo se ocupan de enriquecerse y permanecer en el poder a cualquier precio, ha sumido las concepciones morales de muchos españoles en un lóbrego páramo. Cuando ves lo que hay detrás de muchas miradas en el terreno social y político, te asomas a un árido paraje… sin ninguna llama de esperanza encendida ni ningún manantial de agua fresca. Te viene un reflejo de la soledad verdadera, la dolorosa, esa sin compañía que reseca las almas y las desinfla de hálito vital.

Ese descuidado sistémico ha ido erosionando el alma que hace vigorosas a las naciones: la comprensión de su propio brillo y el poder de conducirse a sí misma. Así, España va languideciendo, desgastada por legisladores que expolian nuestros recursos para que nos hagamos dependientes de ellos; y que rematan la faena esparciendo la discordia para que nos dividamos cada vez más. La ciega ambición de poder es la consecuencia directa de un sistema político oligárquico que desconoce los límites y los controles. La ambición de poder de nuestros gobernantes campa a sus anchas sin frontera alguna, convirtiéndose ya en un monstruo que no repara en deshumanizar y desmoralizar a la sociedad con tal de obtener más poder; por la gula de acaparar más poder.

Tal ansia de control sobre nosotros se vale de una cizaña que se disfraza de las formas más sutiles. Muy diversas son las formas que tienen de enemistarnos, pero todas buscan una única cosa: impedir que nos demos compañía, alejar nuestros corazones hasta los gélidos polos de la ideología ilusoria, y que, a la hora de la verdad, no nos demos la comprensión que tanto necesitamos.

Entre calmadas reflexiones de esta índole, nos encaminamos Eliseo y yo a la Plaza de la No-Constitución de Málaga. El ambiente de este domingo era tranquilo, reposado… invernal.

Se sabe que en invierno los mamíferos hibernan para reducir su actividad, dado que en esta época la energía ambiental está menos electrificada por los rayos solares y, en consecuencia, se reduce la movilidad de los fagocitos que constituyen el sistema inmune. Así, con un paso «hibernado» y apacible, por el camino nos encontramos con Juan Luis de Campillos, y los tres nos hicimos compañía.

Montamos las pancartas y al rato acudieron a la cita más acompañantes: el políglota Juan, Javi el Soldao y al poco vino Antonio, con su siempre reconfortante fortaleza y afabilidad. Se trata de un hombre que transmite mucha seguridad. Tal vez ese sea su superpoder oculto (tú que lees estas líneas también tienes un superpoder oculto, es cuestión de darte cuenta). 

En esa atmósfera de tantísima relajación, la policía se paseaba levemente, yendo y viniendo como elegantes águilas guardianas, sin posarse en ningún lugar. Sus rostros estaban descansados. Ellos ya nos conocen, y yo sé que muchos simpatizan con la Junta Democrática.

La última en llegar fue María Luisa, también con actitud feliz y tranquila, sabiendo que nosotros estábamos allí, que somos su Compañía… la Compañía que pretende arrojar el Anillo del Único poder partidocrático a las llamas del Monte del Destino Constituyente.

Tras recopilar bastantes correos de personas interesadas y charlar con muchos conciudadanos —siempre en tono distendido y cordial— planeamos hacer una performance musical para el Carnaval. Pero todavía no. Eso cuando pase este mes de enero… cuando pase su energía de reposo y de contemplación.

Acabo estas líneas al caer la tarde, rosada y silenciosa. Sólo oigo el viento tras la persiana, y me pregunto cuán callada es la naturaleza que, cuando no hay nadie para escucharla, mora en el más absoluto silencio… ¡Ay! Qué cariño siento dentro de mí. Cariño por la luz y por el silencio: por la fortuna que tenemos de ser titilantes almas que brillan y brillan como estrellitas, ¡y que se acompañan unas a otras formando tan bonitas constelaciones!

Mientras leéis estas líneas, todos os habéis convertido un poco en mí. Y yo os reverencio, porque dentro de mí hay un poco de todos vosotros. Parafraseando a nuestra querida acompañante, la estelar Maricarmen Mestanza: somos una célula, pronto seremos un tejido.

Si te pareció interesante, ¡compártelo!