El principio divisorio del poder. Antecedentes e importancia en la prevención del abuso del ejercicio del Gobierno.

En 1653, Oliver Cromwell (1653-1658) líder militar y político del periodo de la Guerra Civil Inglesa, implementó a través de su ‘Instrumento de Gobierno’ la división de la soberanía en dos ramas: la potestad legislativa y la potestad ejecutiva.  Este es el significado del principio divisorio o la separación de poderes. Frente a la mera división de las funciones administrativas estatales propias de la racionalización del Estado absoluto, no fue hasta Montesquieu cuando se halló la incompatibilidad para que la misma persona o un mismo grupo de personas participaran en el ejercicio de la potestad ejecutiva y legislativa. El gobierno mixto construido a partir de la división tripartita de las formas de gobierno suele presentarse como un antecedente evidente de la división clásica en la Teoría del Estado (Echavarría Solozábal, J.J. 1981).

Según el profesor Dalmacio Negro Pavón, para los griegos, la Polis era un fenómeno de la naturaleza generadora de una comunidad natural de hombres y dioses. Es decir, lo divino era fundamento, causa y principio de realidad. Según Snell: «Que los dioses sean la medida de todas las cosas significa para los griegos que el mundo es un cosmos y que un orden estricto lo determina todo. Los griegos no sólo creyeron este “orden natural”, sino que también trataron de comprenderlo» (Senell, B. 2008, 440). Este aspecto es fundamental para entender su división tripartita. Y, por tanto, la degeneración o anaciclosis eterna de la comunidad natural, presentada como enfermedades del alma de la polis, explicaban la degeneración de las formas de gobierno (Pavón Negro, D. 2010)1. Desde Platón hasta Aristóteles, la visión política describe la historia como una sucesión constante de diversas formas de gobierno, algunas consideradas positivas y otras negativas.

Aristóteles retoma la clasificación tripartita que incluye monarquía, aristocracia y democracia, junto con las respectivas degeneraciones que Platón ya había señalado. Además, propone la noción de gobierno mixto, en el cual resulta complicado determinar cuál de sus elementos tiene una influencia predominante (Gallego García, E. 2021). Polibio, por su parte, sistematiza la teoría de la anaciclosis y asienta la teoría del gobierno mixto propuesta por Aristóteles.

A diferencia de Platón, Polibio introduce la oclocracia en lugar de la tiranía unipersonal como el punto culminante de la anaciclosis y además alterna una constitución buena con una mala a la serie platónica que degeneraba desde la mejor de las formas a la peor de ellas. Además, Polibio hace una distinción entre el gobierno basado en la ley y el gobierno arbitrario de los hombres (Bobbio, N. 1976). No es hasta el S.XIX cuando Alexis de Tocqueville al romper con la tradición clásica de la polis, introduce el principio divisorio del poder para la toma de decisiones en una extensa república (Tocqueville, A. 2018).

Retomando el asunto anterior, es relevante como, según Polibio, una constitución simple como la monarquía, aristocracia y democracia degeneran más rápido que un gobierno mixto (Martínez Maza, C. 2019)2.

En otro orden de cosas, Polibio defendió la «historia práctica» que postula cómo la historia debe servir para proporcionar información útil a los estadistas con el objetivo de mejorar las constituciones de sus Estados (Santos Andrés Francisco, J. 2015)3. Este también plantea el origen de lo que más tarde, en el S. XVII, el teórico constitucional Bolingbroke conceptualizaba como: equilibrio de poderes (Schmidt, C. 1992).

«En efecto, cuando una parte empieza a engreírse, a promover altercados y se arroga un poder superior al que le corresponde, es notorio que, al no ser los tres brazos independientes, como ya se ha explicado, ninguno de ellos llega a vanagloriarse demasiado y no desdeña los restantes. De modo que todo queda en su lugar: unas cosas, refrenadas en su ímpetu, y las restantes, porque desde el principio temen la interferencia de otras próximas» (Polibio).

Precisamente, Bolingbroke consideró un peligro para la libertad política la corrupción ministerial del gobierno de Walpole sobre el parlamento, calificándolo como un «robinarca», un aspecto que entronca con el pesimismo acerca de la naturaleza humana presente en los escritos de la época. Sir Robert Walpole (1676-1745) estableció el sistema de Gabinete en la monarquía británica al convertirse en el máximo responsable entre los servidores confidenciales del monarca (Chastener, J. 2019).

«El Robinarca, o jefe superior, es nominalmente sólo un ministro con hechura de príncipe; pero en realidad es un soberano, tan despótico y arbitrario como se puede ser en esta parte del mundo (…). El Robinarca (…) ha acumulado injustamente en sus propias manos todo el poder de la nación (…) y no admite a nadie en ningún cargo importante de confianza y de poder por debajo de él, que no sea un pariente, un dependiente o un obsecuente instrumento a quien éste sea capaz de descubrir sus intenciones ni las consecuencias de estas» (Bailyn, B. 2012)

Polibio se propone explicar en su obra la relación entre la forma de gobierno mixta romana y su hegemonía imperial. Pues, a su juicio, el fracaso o el éxito para el pueblo en el ejercicio del poder están íntimamente vinculados a la constitución política. Para él, la república romana fue un ejemplo de constitución equilibrada entre monarquía, aristocracia y democracia4. Esto explica el interés de Montesquieu de prestar atención a la distribución de poderes de la República Romana (Andrada Sánchez, F. 2019).

A pesar de esto, no sería apropiado simplificar la teoría del gobierno mixto de Aristóteles y Polibio a una perspectiva institucional y mecánica, ya que ambos vinculan las funciones gubernamentales a distintas partes de la sociedad (Bobbio, N. 1976). De hecho, la presencia de una clase media sólida desempeña un papel fundamental en el gobierno mixto de Aristóteles (Gallego García, E. 2021).

En su utopía del siglo XVII, James Harrington retoma el concepto de Gobierno Mixto y propone una República fundada en el principio de la división del poder. En este modelo, pretende incorporar tanto a una aristocracia natural como al pueblo, bajo la tutela de la ley. Las discusiones de la época se centraban en la agresividad del poder y sus límites legítimos. Posteriormente, en el «Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil» (1690) de John Locke, se destaca la importancia de yuxtaponer los poderes legislativo y ejecutivo.

Charles Louis de Secondat, conocido como Montesquieu, en su obra «El Espíritu de las Leyes» va más allá al identificar tres tipos distintos de Gobiernos: republicano, monárquico y despótico, rompiendo con la trilogía clásica (Peña, M. 2016). Y, en segundo lugar, en el libro XI expone y da forma a la teoría Constitucional de la libertad política, a través de la separación de poderes:

«La democracia y la aristocracia no son Estados Libres por su propia naturaleza. La libertad política se encuentra únicamente en los Estados moderados. Más no siempre se da en ellos; solo la hay cuando no se abusa del poder. Y es una experiencia eterna el que todo hombre que tiene poder es proclive a abusar de él, extendiéndolo hasta que encuentra límites. ¡Quién lo diría! Incluso la virtud necesita límites. Para que no se pueda abusar del poder es preciso que, mediante la disposición de las cosas, el poder refrene al poder.» (Montesquieu, 2021, [1748], 32)

Según Hanna Arendt, se trataría de un mecanismo de control mutuo de los poderes, descrito como un generador constante de un nuevo poder. Este nuevo poder estaría limitado en su capacidad de expansión y crecimiento desmesurado, y así evitaría perjudicar a los demás centros o fuentes de poder (Arendt, H. 1967).

Consciente de las deficiencias en la división de poderes presentes en la Monarquía británica, John Adams expresó su deseo de que las constituciones desarrolladas por los diferentes Estados de la Unión mejoraran el modelo de la república romana, espartana e inglesa (Chihar, G. 1940).


(1)  Heródoto, al referirse al Imperio persa, había iniciado un análisis sobre los sistemas de gobierno y cuál de ellos era el más adecuado, diferenciando entre monarquía, aristocracia y democracia. El origen de esta clasificación no está completamente claro, posiblemente tenga sus raíces en las ideas de Protágoras.

(2) «El orín, para el hierro y la carcoma, y ciertos gusanos, para la madera, son enfermedades congénitas que llegan a destruir estos materiales incluso cuando no sufren ningún daño externo. De modo no distinto, con cada una de las constituciones nace una cierta enfermedad que se sigue de ella naturalmente. Con el reino nace el desmejoramiento llamado despotismo; con la aristocracia, el mal llamado oligarquía, y con la democracia germina el salvajismo de la fuerza bruta. Y es inevitable que con el tiempo todos los regímenes políticos citados anteriormente no degeneren en sus interiores, según el razonamiento que acabo de apuntar» (Polibio).

(3) Esta enseñanza los padres fundadores de los Estados Unidos de América usarán en su acción política.

(4) «…que nunca nadie, ni tan siquiera los nativos, hubieran podido decir con seguridad si el régimen era aristocrático, democrático o monárquico (…) pues si nos fijáramos en el poder de los cónsules, nos parecería una constitución perfectamente monárquica y regía; si entendiéramos al del Senado, aristocrática; y si consideráramos el poder del pueblo, nos daría la impresión de encontrarnos, sin ambages, ante una democracia» (Polibio).

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