Cuando la llama de la Libertad brilla en tu interior.

Las células embrionarias contra el Régimen del 78 siguen con su pausada pero dedicadísima tarea de fortalecer los tejidos para un futuro Órgano Constituyente, cuya potente intelección irradie la Libertad Colectiva a través de los conductos vitales de toda nuestra nación, brindándole así nuevos hálitos y horizontes.

Nuestra evolución de consciencia viene precedida de titilantes centelleos de nuevo pensamiento, que mostrará el grandioso —y bello— camino de la sanación revitalizadora a los órganos y músculos de un cuerpo nacional hoy languideciente.

Algunos todavía no nos entienden, y otros sólo vislumbran la libertad del pueblo como una utopía inalcanzable. La diferencia es que nosotros, como pioneros del mundo que comprendemos la manera en que evoluciona la Historia, vemos donde otros no alcanzan. No puede explicarse con la razón las fuerzas profundas que rigen el alma humana. No podemos explicarlo, pero no nos hace falta: la llama de la Libertad nos e-mociona (el más verdadero movimiento) con un vigor que contribuirá a materializar lo que ahora es un susurro y sabemos que vendrá… un mundo sin cadenas donde todos los seres vivamos en perfecto Amor y Respeto. ¿No es acaso ese el corazón de la singladura humana? ¿Qué anhelaban si no las más grandes almas que pisaron la tierra?

Hoy el Estado opresor acrecienta su poder omnímodo sobre las masas: la partidocracia nos esclaviza la mente (¡y nuestras facturas!). Como esclavos del sistema, con nosotros hacen lo que quieren los oligarcas situados en la cúspide de la pirámide, desde donde agitan los látigos del poder económico y mediático. A tal fin emplean la más efectiva fusta, la mentira, haciéndonos creer algo tan absurdo como que votándoles tenemos algún poder sobre sus decisiones.

Así pues, ¿podrán las masas liberarse del yugo estatal que hoy las tienen sometidas? ¿Terminará algún día la omnímoda dominación del Estado sobre nuestras vidas? Ocurrirá en el momento en que el pensamiento, la emoción y la acción de ese pueblo sean concordantes. Quiero decir: cuando los corazones (cordis) de ese pueblo, acuerden al unísono latir con la Naturaleza de lo que son, ¡libres en concordia!

Cuando como individuo sientes el latir de la Libertad, esta e-moción que viene de tan hondo y transita todo tu ser (pues estaba antes y te trascenderá), dedicarte a la honorable tarea de buscarla a diario, incansablemente, se presenta tan fácil y natural como el arroyo de la verde montaña que busca a su vasta Madre oceánica. De igual manera, el colectivo sintiente de ese anhelo acudirá a la llamada.

Lo único que tenemos que hacer es mostrarnos al resto tal y como somos. Revelar al mundo nuestra Naturaleza más sencilla y desprovista de miedo y de muros… libre. Nada hay más magnético, ¡nada más atractivo!, pues el otro ve reflejada en nosotros su propia imagen verdadera, como si se asomara a las aguas cristalinas de un lago en perfecta calma.

Desde luego, no vendrá la liberación por caminos conocidos, pues nuestro reflejo es depositario de los grandes sueños de las almas evolucionadas que sí nos entendieron. Nuestra tarea es nueva pero late desde los orígenes, ¡tan prístina como el fresco rocío de todos los amaneceres que nos precedieron!

Cito al maestro Emerson:

¿Por qué avanzar a tientas entre los huesos resecos del pasado y convertir a la generación viviente en un desfile de máscaras con su descolorido vestuario? El sol brilla también hoy. Hay en los campos más lana y más lino. Hay nuevas tierras, nuevos hombres, nuevas ideas. Demandemos nuestras propias obras y leyes y cultos.

Si te pareció interesante, ¡compártelo!