Domingos de Acción Constituyente: 20 de febrero de 2022.

Ni somos un partido, ni somos anarquistas: ¡Somos unos miserables patriotas!

Un servidor la noche anterior apenas podía dormir de los nervios. Mi noble entusiasmo patriota me impulsó a acudir a la cita en la Plaza de la No-Constitución; precisamente este noble entusiasmo es el que históricamente han guardado los Estados, detenido las invasiones, asegurado las vidas y empujado acciones heroicas. Me sentí regocijado al encontrar ese mismo ardor en mis compañeros, ese  mismo amor a la patria que percibí la noche anterior en el documental España: La Primera Globalización. Aquí cobra sentido arrancar de nuestra bandera el Escudo del Estado de Partidos: no somos una parte aspiramos a ser el todo.

Muchos estuvimos en la plaza: Antón, Juan, Joana, Eliseo, Javi, Paco, Carmen, Antonio, Andy, Álvaro, Adrián y yo. ¡Vamos creciendo! Como anécdota señalar la acción de un vecino simpático que se acercó a nosotros y besó nuestra bandera.

Benito Jerónimo Feijoo nos dejó escrito en su Teatro Crítico:

Busco en los hombres aquel amor de la patria que hallo tan celebrado en los libros; quiero decir, aquel amor justo, debido, noble, virtuoso, y no lo encuentro. En unos no veo algún afecto a la patria; en otros, solo veo un afecto delincuente, que con voz vulgarizada se llama pasión nación.

¡Hoy lo he encontrado! Sostuve en mis brazos uno de nuestros lemas «Yo No Voto», quizás algún vecino habrá creído: ¿anarquistas? ¡NO! Somos rebeldes, pero somos miserables.

Ningún pobre miserable puede desear el fin de los gobiernos, al contrario, el pobre tiene profundas raíces en su tierra. ¡Nuestras raíces! En cambio, aquel que coge un yate para marcharse hasta la Nueva Guinea, sus raíces prácticamente les trae sin cuidado. Frente a lo que podría pensarse, el anarquismo no nace de las multitudes desorganizadas, sino de unas minorías opulentas.

El miserable protesta contra el mal gobierno, pero el rico1 ha protestado siempre contra todo Gobierno. Nosotros protestamos contra un gobierno incontrolado, ¡queremos un Gobierno, pero no un Gobierno bajo cualquiera! Exigimos democracia, pero para exigir democracia, en primer lugar tenemos que ser hombres. Ello implica negarse a ser un simple cuerpo más de esa masa que el Estado de Partidos necesita. Henry David Thoreau, en su conferencia Desobediencia Civil pronunciada en 1849, criticó duramente a los llamados abolicionistas de la esclavitud que participaban de las instituciones:

No tengo la menor duda en afirmar que aquellos que se llaman abolicionistas deberían retirar inmediatamente su apoyo personal y económico al gobierno de Massachusetts y no esperar a constituir una mayoría de uno que les otorgue el derecho a prevalecer (…) Yo me entrevisto con el gobierno americano, o su representante, el gobierno del Estado, directamente, cara a cara, solo una vez al año, en la persona de su recaudador de impuestos.

¿Quieres colocarte voluntariamente al nivel de la madera, de las piedras o de la tierra? ¡Vota!  ¿Quieres ser un hombre? ¡Acompáñanos todos los domingos!

(1) Globalista.

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