Domingos de Acción Constituyente: 28 de noviembre de 2021.

La palabra «cordura» viene de «cordis», que significa «corazón» en latín. Estar cuerdo significa estar en sintonía con tu corazón; hacer las cosas siempre de corazón. Y cuando dos o más personas se unen para mutuo provecho, ocurre algo maravilloso: un «acuerdo», que es la unión de sus corazones.

Así, con nuestros corazones unidos por bellos lazos de amistad, simpatía y compromiso, los abstencionarios de Málaga volvemos un domingo más al foro público. Nos aproximamos a nuestros compatriotas para tratar de «acordar» con ellos, es decir, para que sus corazones se junten con los nuestros en la causa de la libertad colectiva.

Lo mejor que hay en la vida es llegar a acuerdos mutuamente beneficiosos. En lo privado, el amor es el mejor acuerdo que existe. Y en lo público, no hay nada más elevado que sentirte bien haciendo sentir bien a los demás.

La libertad política colectiva persigue el mayor de los «acuerdos» entre los españoles: el poder de darse una Constitución a sí mismos. Una Constitución que, por primera vez, nos permita «acordar» el rumbo de nuestros intereses con nuestro representante personal, y que, también por primera vez, separe en los poderes del Estado; del mismo modo que los Cónsules en los inicios de la república romana eran dos, con capacidad de controlarse y disolverse entre sí para tranquilidad de todos. Los romanos eran muy listos, y vieron en tal separación una virtud evidente para el manejo de la cosa pública.

El día era soleado pero gélido en el ágora de la hermosa ciudad costera. Málaga se vestía de villancicos, de abrigos y ¡de procesiones! Nos cruzamos con una advocación mariana, a la cual apodamos «La Virgen de la Libertad». Estábamos muy contentos porque teníamos flamantes carteles nuevos, hechos con cartón pluma y con mucho cariño del grupo entero.

En la plaza estuvimos Elíseo, Joana, Juan, María Luisa, Emilio, Adrián y una nueva luchadora de la libertad llamada Carmen. Sus ojos eran azules, y había algo eterno en ellos: la juventud de quien se enfrenta a unas reglas injustas.

Un rato después se nos acercó un muchacho llamado Francisco para unirse a nosotros y meterse en el grupo. ¡Cuántos corazones cuerdos ese día! Con su mirada, también de color claro, dijo que nos conoció porque su novia trabaja en una tienda de ropa de la plaza, y ella nos veía allí cada domingo.

Más tarde irrumpió Don Fernando Barranco, un futbolista jubilado que, nada más vernos, exclamó con entusiasmo que quería una foto con nosotros, y que iba a divulgar el mensaje a los cuatro vientos. Al poco, una paloma se posó en una de las pancartas y lo tomamos como una buena señal.

Esa paloma voló libre, así como nuestra nación lo será algún día… mediante la paz. Supimos entonces que si le traemos la cordura a España, la paz nos regalará una revolución.

Como dice nuestra querida Maricarmen Mestanza: Somos una célula, pronto seremos un tejido.

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