Cómo difundir la Libertad Política Colectiva.

En España el poder todavía no ha sido constituido por el colectivo. El propósito de los abstencionarios que luchamos por la Libertad Política Colectiva es que todo el pueblo (los de izquierdas, los de derechas, y de cualquier ideología) constituyamos el poder político.

«Constituir» el poder político significa que seamos todos los que pongamos las reglas para controlar a la clase política. Si como colectivo fundamos el sistema de reglas y de representación para controlar a los gobernantes, entonces el poder de los gobernantes estará «constituido» por el pueblo.

Hablamos de «Libertad» Política Colectiva porque, antes de decidir qué reglas van a ser, primero todos debemos ser libres para decidirlas y sobre todo para poder ponerlas. Libres colectivamente para que discutamos qué sistema de reglas y de representación queremos, cuál es mejor que otro para controlar a los gobernantes. Eso se debate en lo que se conoce como un periodo de Libertad Constituyente.

Los abstencionarios no nos movemos por ideologías, porque, por respeto y empatía hacia los demás, sabemos dejarlas momentáneamente de lado para perseguir juntos un fin colectivo, un fin mayor, que es fundar el mejor sistema de reglas para todos.

El sistema de reglas que siempre ha habido en España lo han fundado los que ya detentaban el poder, y siempre lo han aprovechado para montarse su propio sistema. Hemos tenido ocho constituciones: la de 1812, 1834, 1837, 1845, 1869, 1876, 1931 y 1978. Todas ellas han sido constituidas por quienes ya estaban en el poder, para montarse su cortijo y el de los suyos.  

Ninguna de ellas ha sido constituida por el colectivo, un colectivo libre para decidir qué sistema de reglas queremos. Todas han venido del poder constituido, y por lo tanto, todas favorecen a quienes ya lo tenían.

La de 1978 también fue pactada por el poder que había en ese momento, y fue redactada en secreto para que los partidos políticos fuesen los amos y señores de todo: aforados, controlando a los jueces, sin que el votante los pueda echar, sin representación real, sin control alguno. Y así nos va. Hacen lo que quieren con nosotros. Nos conducen a la ruina y la servidumbre, mientras se enriquecen y van al «sálvese quien pueda» sin pensar en el porvenir del colectivo. 

Para que el colectivo despierte y se haga libre, debemos difundir la Libertad Política Colectiva. Sólo así se puede crear un contrapoder más fuerte que el poder establecido hoy por los partidos políticos.

La energía de ese nuevo contrapoder viene del colectivo y de su búsqueda de la libertad para fundar un sistema de control a los gobernantes que, por primera vez, no venga de los gobernantes, sino de los propios gobernados. Entonces ese sistema favorecerá, lógicamente, a los gobernados. Ahora es justo al revés. ¡El mundo está al revés!  

Muchas personas aún defienden el sistema de partidos, porque el sistema les ha hecho creer que defiende sus intereses. Nosotros debemos respetar en todo momento todas las opiniones y posturas. Tan sólo debemos exponer la Libertad Política Colectiva a quienes no la conozcan, y que ellos mismos decidan libremente si perseguirla o no.

Todo cuestionamiento y crítica al pensamiento de otra persona se debe abordar con un verdadero respeto, y con la más atenta empatía para entenderla. Una crítica que sólo se centre en lo negativo siempre es una mala crítica. Una crítica adecuada siempre debe contener aspectos positivos y constructivos de verdad hacia el otro; siempre y en todo caso. Esta regla no admite excepciones.

Si no expresas aspectos positivos hacia el otro en tu crítica, significa que no sabes criticar, y no saber criticar significa que no sabes comunicarte correctamente. ¡La mayoría de los conflictos que hay entre las personas se debe a ese error!

Sin luz no hay despertar posible. La Libertad Política Colectiva brilla por sí sola cuando es correctamente expuesta y comunicada a los demás. Me han recomendado un libro que contiene la mejor manera posible de acercarte a las personas que no piensan como tú: Escuchar para ser, escrito por Franz Jalics. Se basa en cuatro condiciones:

1. La primera condición para que nuestro interlocutor pueda expresarse libremente es no sentirnos superiores a él. Esto no se refiere tan solo a las palabras sino a la actitud.

2. La segunda condición es la capacidad de participar de sus experiencias y ver el mundo con sus ojos. Olvidándonos por un instante de las propias valoraciones sentimientos y pretensiones. Las personas que no advierten si ciertas expresiones suyas molestan o agradan a los demás carecen de tal sensibilidad.

3. La tercera condición es la de ser auténticos. Ser auténtico es algo más que ser sincero; la persona sincera dice lo que piensa, la persona auténtica dice lo que realmente siente. Sinceridad significa conformidad entre la expresión verbal y las ideas, mientras que autenticidad es la correspondencia entre la expresión verbal y la realidad vivida. La persona auténtica nunca finge. Saber en teoría que hemos de tratar al otro de igual a igual no significa automáticamente que seamos capaces de hacerlo.

4. La cuarta es la madurez emocional. Equilibrio emocional para no sugerir, aunque sea con delicadeza.

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