Somos siervos de los partidos políticos. ¡Rompe tu voto!

Técnicamente somos siervos de los partidos políticos. No tenemos poder legal alguno para controlar a la clase política actual, haga lo que haga durante la legislatura.

Responde a esta sencilla pregunta: ¿sería libre alguien cuya única facultad fuese elegir a su nuevo amo durante cuatro años?

Evidentemente no. Es imposible responder de otro modo a esa pregunta. Por lo tanto, tú y yo somos siervos en este sistema.

Si, en cambio, tuviésemos la facultad de controlar en todo momento a aquellos a quienes hemos elegido, pudiendo hacer que rindan cuentas y destituirlos si se portan mal, dejaríamos de ser siervos ¡y los cargos políticos serían nuestros servidores!

Cada cargo político debería estar sujeto a una mónada de electores concreta, con poder de control, revocación y acción penal contra dicho representante. Así es como los representantes públicos pasan a ser servidores del pueblo. Pero ahora, legalmente, es justo al revés: nosotros somos siervos de los partidos políticos ¡y a todo el mundo eso le parece normal!

Bajo este sistema de partidos, los servidores somos nosotros y los políticos son nuestros amos. Impunes hagan lo que hagan, incontrolables  una vez acaban las elecciones. Reconócelo: mandan ahora sobre ti, y no puedes hacer nada al respecto. A lo sumo, puedes esperarte cuatro años de mansedumbre para elegir a un nuevo amo que, con suerte, no te vapulee tanto para la próxima vez. ¡Qué locura de sistema! ¿No os dais cuenta del absurdo?

Pero la mayoría no se queja de tamaño disparate: pasa por el aro y acepta estas reglas de sumisión.

Compatriotas, así nos va. ¿Por qué creéis que la industria nacional se ha desmantelado y se ha vendido al extranjero? ¿Por qué creéis que hay tanto paro estructural? ¿Por qué creéis que estamos más endeudados que nunca? ¿Por qué creéis que el sistema electoral favorece el separatismo? Los gobernantes en este sistema de partidos conforman un estamento jurídicamente superior (a los aforamientos y sueldazos públicos me remito), y no les interesa otra cosa que una España cada vez más débil y dividida: un pueblo empobrecido y dependiente de ellos, para ser más fácilmente domeñado.

En las próximas elecciones estás llamado como siervo a refrendar lo que el poder establecido ha ordenado que hagas: mantener a la partidocracia para seguir dominándote.

Así como en la Edad Media los vasallos se sometían voluntariamente a los señores feudales que consideraban más justos y clementes, en estos tiempos los votantes acuden a rendir pleitesía a la clase dominante partidocrática, pudiendo elegir qué facción o partido le tratará con más clemencia.

La  falsa democracia actual será vista en el futuro con la misma lástima que cuando recordamos la servidumbre voluntaria de los siervos de la gleba, convencidos de que el señorito de las tierras velaba por ellos y sus intereses. Del mismo modo, el votante actual está convencido de que los partidos velan por su interés, o el interés nacional. ¡Qué error!

En lugar de acudir a la llamada como unos siervos, ¡no les cedamos nuestro poder! Levantémonos, acudamos a las urnas claro que sí, pero para romper las papeletas ante la mesa. Con cortesía, honor y respeto, rompamos el voto: un gesto valiente que constituye el preludio de que, llegado el momento, romperemos nuestras cadenas.

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