La amnistía nos conduce hacia un proceso constituyente federalizante en España.

Se está formando un poder constituyente en España. El bloque popularmente conocido como Frankenstein, o más atinadamente nombrado como federalista (a petición de Javier Torrox) se está constituyendo como grupo constituyente, y por tanto, con fuerza constituyente.

El consenso siempre fue la fuerza constituyente que movía el régimen yendo más allá de los límites a priori establecidos. Por ejemplo, el consenso llevó a cabo la Constitución del 78 o la reforma del CGPJ en los ochenta. Pero una vez roto éste, y como proclamaría hace tres años el que era entonces ministro de justicia, Juan Carlos Campo, había una crisis constituyente. No había capacidad de formar un poder constituyente. Los límites que se pretenden superar desde hace ya una década, como la concesión de la soberanía a algunos territorios o el perdón a los terroristas, o por la otra parte, la comunión con aquéllos que ésta ha señalado como sus adversarios de trinchera en un discurso guerracivilista, ha creado una relación de fuerzas sin consenso, y por tanto, de bloques enfrentados.

La crisis constituyente radicaba en la incapacidad por parte de uno de los dos bandos de imponerse al otro, o la incapacidad de ambos bandos de unirse en un consenso. Pero las pasadas elecciones han servido para revestir de moral al bloque federalista, que tras un evidente desgaste de este bloque tras fracasos legislativos, múltiples traiciones políticas, etc., la población en su mayoría le ha dado la victoria, y por tanto, todos esos fracasos y traiciones han tenido la aprobación de la mayor parte de la población, que prefiere eso a revivir fantasmas franquistas que supuestamente traería el otro bloque.

Este revitalizante hecho, este renovado apoyo popular, significa la ratificación de lo que anteriormente parecían contradicciones en el susodicho bloque. Se ha ratificado la normalidad política con los que provienen de ETA, con los que quieren romper España, con los supremacistas, con los que quieren desplazar al idioma español de algunas partes de España, con los adalides de la política feminazi, con los que han regalado el Sáhara a Marruecos, con los que se humillan ante su mayor amenaza existencial como Marruecos. El PSOE, el partido que más votos tiene de ese bloque, es el que se mueve y concede al resto, se transforma para conservar su sillón en La Moncloa. Lo que sea por el poder, como único valor que el mismo poder.

Y con esto vienen las concesiones, que en sí suponen la reafirmación del poder constituyente, porque son decisiones políticas que llevan implícito un poder constituyente. Entre éstas, está la amnistía. La amnistía es propia de aplicarse en los inicios de los procesos constituyentes, porque la amnistía es un desprecio hacia el orden jurídico y político establecidos, ya que anula un delito fundamental de ese ordenamiento, de ese régimen, de esa realidad política que hasta ese momento estaba establecida. La amnistía no es un perdón, sino un desprecio hacia un delito, en el cual no se absuelve individualmente, sino que es una absolución general. Por tanto, se eleva por encima de la ley vigente a un grupo, convirtiéndolo en político y constituyente, y además se desprecia un delito que es congruente con el estatus quo del régimen de poder.

La amnistía es el síntoma evidente de un claro cambio de régimen de poder. Los que amnistían y los amnistiados conforman el grupo constituyente, y la razón ideológica que motivó cometer el delito que ahora se amnistía, dominará la idea en la que se fundamentará el próximo régimen de poder. Y la razón no es otra que la existencia de sujetos políticos con capacidad soberana dentro de España, por ejemplo, Cataluña o País Vasco.

No puedo terminar sin referirme a una figura que va a favorecer la supremacía del bando Frankenstein, y es la del propio Feijoo, que con sus actos, aunque reprochables por la mayor parte de sus votantes, y ni que decir de los votantes de Vox, está desactivando la fuerza política del bloque denominado de derecha, al intentar ir al otro bloque a pactar y a anticiparse a Sánchez, sin entender o no querer entender que esto ya no va de consenso, como cuando el más votado iba al PNV y a CiU a pactar sin problema, sino que a Feijoo le pertenece estar con Vox y asumir un discurso frentista y duro contra el otro bloque.

Están todas las cartas sobre la mesa para que se escriban las más infames y vergonzosas letras de la historia de España, y quizá, sean las últimas.

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