Antes de querer cambiar el mundo, da tres vueltas por tu casa.

Me llama la atención que personas y organizaciones civiles denuncian y luchan para librarnos de la influencia extrajera, de las «élites mundiales», del globalismo (que no la globalización), de la agenda 2030… En definitiva, de todas estas oscuras entidades supranacionales que tantos problemas generan como estamos viendo en la actualidad, afectando a nuestra economía, al sistema sanitario, al medio ambiente, a nuestros derechos y libertades, y manipulando a los gobiernos y a los Estados.

Estando de acuerdo en que esto es así, la pregunta que yo les hago es: ¿cómo piensan frenar y limitar este poder globalista? Si ni siquiera podemos controlar a nuestros políticos en casa, a esta oligarquía de partidos estatales que tenemos en España, ¿cómo se pretende controlar el poder mundial globalista, si el poder político nacional carece del límite y el control de sus ciudadanos, y está vendido y doblegado a potencias e intereses extranjeros?

Un proverbio chino dice: «Antes de querer cambiar el mundo, da tres vueltas por tu casa.»

Cuánta sabiduría nos aporta oriente. A ver si nos entra en la cabeza que antes de apuntar a las «élites mundiales», el pueblo tiene que controlar y limitar el poder de los políticos nacionales.

Si no tenemos ninguna herramienta de control para la clase política nacional, es de ilusos pensar en acabar con los «globalistas» y oligarcas financieros mundiales, cuando nuestros políticos no tienen ningún límite y control por parte de sus propios gobernados. Todos los políticos, sin excepción, hacen lo que hacen porque pueden hacerlo, y además sin consecuencias porque también son aforados.

Todo poder que se ejerce de arriba hacia abajo sin control produce abuso, arbitrariedad, corrupción y sufrimiento al ciudadano. Las únicas herramientas que un pueblo tiene para poner freno y control a la clase política del Estado de partidos (partidocracia) es la división de poderes y la representación del ciudadano; y estas dos cosas ni están, ni se las espera en España. Sin tales límites y controles, nuestra nación está expuesta y vendida a los intereses de una clase política corrupta, manipulada y comprada por potencias extranjeras.

Solo la sociedad civil unida puede hacer frente. Ello por medio de la no participación en los procesos electorales, deslegitimar el sistema con reivindicaciones, y todo ello sumado a movilizaciones y desobediencia civil (abstención activa) del pueblo unido. Así conseguiremos dotar a la Nación española con las herramientas para quitar la legitimidad a este asfixiante y opresor Estado de partidos, y de esa manera, alcanzar una verdadera democracia. En esto consiste la democracia.

En su obra La sociedad abierta y sus enemigos, Karl Popper nos lo dice con toda claridad: «La democracia consiste en poner bajo control al poder político».

Con representación y división de poderes, constituida desde abajo hacia arriba por una verdadera Constitución, es como un pueblo se dota a sí mismo de las herramientas necesarias para frenar al poder del Estado, y de cualquier otro poder extranjero. Así podemos preservar nuestra soberanía y nuestra Libertad.

Empecemos por nuestra casa, y luego cambiaremos el mundo. O como dice el refrán español: «No se puede empezar la casa por el tejado».

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