La gran anomalía española: nos manifestamos por el fútbol y no para defender a nuestra nación.

No soy el primero ni el último en decir que España es un país sumamente especial al respecto de los demás en Europa. Esto ha sido siempre una de nuestras singularidades, y la gran mayoría de veces ha sido vista desde un punto positivo. 

En este caso me gustaría analizarlo desde el polo opuesto. Hay un sentir común en España que todos sabemos: nos movilizamos por el fútbol pero no para defender nuestros derechos civiles frente al Estado. Hace un par de meses empezó el Mundial de fútbol masculino en Qatar, el cual ganó Argentina. Pues cuál fue mi sorpresa que los españoles salieron a las calles a festejar el triunfo de la albiceleste, dando botes de alegría, sacando los coches y pintando… porque Messi había ganado un Mundial. 

La verdad es que España no deja de sorprenderme, es decir, nos suben los precios de los alimentos, del agua, de la luz, nos hacen de todo sin preguntar nunca al pueblo (¿referéndums? ¿para qué?) en definitiva: baja nuestra calidad de vida, nuestros accesos a los recursos… y lo único que se nos ocurre es celebrar la victoria de otro país en las calles. 

Y para más inri tenemos los piropos que nuestros colegas argentinos nos profieren como el que manifestó el señor Alejandro Fantino, periodista argentino, el cual dijo «Me está dando cierto miedito el sorete del árbitro (Mateu Lahoz). Son unos hijos de puta (los españoles), boludo. ¿Cómo no te vas a enojar? Los roban a Uruguay como los roban. Nos dan 10 minutos a nosotros cuando… ¡10 minutos dieron!»

No quisiera entrar estériles polémicas deportivas, pero parece que los españoles no aprendemos, nuestros políticos nos roban y los seguimos votando, los argentinos nos insultan y nosotros celebramos sus victorias, ¿qué más hace falta que nos hagan nuestros dirigentes y caudillos? 

Nos han robado nuestra identidad, pero tranquilos que con la nueva ley de la malversación, los delincuentes de los partidos podrán atentar libremente contra nuestra patria o matria, sin temor a ser reprimidos; este contubernio delictivo llamado Gobierno por lo único que va a ser recordado es por desvirtuar el género de las palabras y por sacar a Franco de su tumba. No sé donde está la diferencia entre el dictador y estos políticos de República Cocotera, y digo República, porque los desplantes de estos hacia el Jefe del Estado son constantes. Con esto no quiero decir que sea monárquico, pero ni ellos respetan a la figura que se supone debe moderar las instituciones. Y no me extraña… ¡porque está de adorno de Navidad!

Los españoles solo salimos a las calles para temas tan superfluos como que Raúl no es convocado en la selección, Ramos no va al mundial, Messi gana el mundial… y cuando hay millones de familias muriéndose de hambre, cuando hay políticos robándonos la democracia, cuando estos están malgastando nuestro dinero en sus chiringuitos para irse luego de rositas

El Rey dijo en su pasado discurso de Navidad que tiene que haber instituciones que respondan a lo que marca la llamada «Constitución», y que debe haber separación de poderes. Vaya muermo, cualquiera con dos dedos de frente se da cuenta. ¡El problema es la «Constitución» y su nula separación de poderes! Esto tiene que quedar claro. La separación de poderes no es cuestión de la buena voluntad de los gobernantes: o la hay o no la hay, son reglas institucionales.

Y como la «Constitución» no separa los poderes, pues lógicamente se producen terroríficos espectáculos como los que vemos hoy: que al sátrapa de turno le dé por secuestrar el Poder Judicial, y renovar a su antojo los órganos más significativos del ámbito jurídico, otorgándose una inmunidad y un poder jamás visto… desde aquel señor que él mismo exhumó del Valle de los Caídos. 

Españoles dejad de salir a las calles a celebrar las victorias del Madrid, del Barça o de quien sea. Dejad de poner como prioridad absoluta los amoríos de una cantante con un futbolista. En lugar de prestarle atención a esas tonterías, seamos conscientes de la situación real que estamos viviendo, en la que los servicios públicos no pueden garantizar una atención médica para la ciudadanía, en que la economía se va a pique… y conquistemos nuestra libertad colectiva. La misma por la que lucharon nuestros antepasados y la que nosotros hemos regalado a los destructores de la paz, de la armonía y de la democracia. 

Quiero una democracia, y no una partidocracia donde todos juegan con nuestras ilusiones, siendo igual de culpables, repartiéndose el pastel entre todos.

¡Españoles es hora de salir a las calles y levantarse contra los tiranos! Salgamos a sudar la camiseta y remontemos la final que vamos perdiendo: Partidocracia Estatal 1 – Libertad Civil 0.

Si te pareció interesante, ¡compártelo!