La Junta Democrática se desvía de lo «normal».

¿Qué es lo normal? ¿Madrugar por la mañana? ¿Ir al trabajo? ¿Casarse? ¿Tener hijos? ¿Comprar una vivienda? ¿Salir a tomar algo? ¿Tener redes sociales? ¿Votar?

La Sociología ha estudiado durante décadas el proceso mediante el cual aprendemos a vivir en sociedad: la socialización. Dicha disciplina también se ha encargado de estudiar aquello que se sale del curso normal del proceso socializador: la desviación social.

Existen cuatro tipos de desviación social:

– La primaria: sus actos no tienen repercusión en la sociedad, ni para el infractor. Se debe a impulsos ocasionales. El transgresor puede admitir su desviación y arrepentirse.

– La secundaria: comportamiento indeseable, indigno o despreciable. Suponen una nueva identidad para el infractor y le producen un gran rechazo social.

– La negativa: es la que altera o amenaza la convivencia social. Peligros sociales se les llama a esos desviados.

– La POSITIVA: es beneficiosa, sin ella no es posible el progreso. Se trata de innovadores a los que les mueve encontrar nuevos caminos que mejoren la vida social. Enriquecen las vidas de los seres humanos.

¿Es la Junta Democrática de España una desviación social positiva? Yo digo un rotundo SÍ.

Los asociados de la Junta Democrática de España somos personas que pensamos que el actual sistema político en España está diseñado por y para los políticos y, por tanto, una de las consecuencias que ello conlleva es que no votemos en las urnas cuando nos convocan en masa.

Muchos considerarán que somos una desviación social negativa, ya que ponemos en peligro las garantías «democráticas» del país. Pero, ¿para quién somos el peligro realmente: para la sociedad o para la clase política? Poniéndome en la piel del político, estaría absolutamente de acuerdo con ellos si pensasen que somos una desviación social negativa que debe ser silenciada. ¿Cómo no? Es su instinto de supervivencia.

La cuestión es que si ponemos en una balanza cuántos políticos hay en España y cuántas personas habitan en España, ¿no se rompería la balanza por el peso abrumador de los segundos? ¿Por qué tienen que tener tanto poder estos «normales» sociales? ¿Por qué tienen que actuar como si fueran nuestros padres? ¿No hay tecnología suficiente disponible como para que podamos tomar decisiones? ¿O no se nos quiere dar la educación suficiente para que no podamos tomar decisiones?

A lo largo de la historia se han producido situaciones límite en los que la población ha acabado «explotando» y exigiendo cambios. Nada es para siempre, señores políticos. Siempre ha habido movimientos sociales que agrupan el descontento de la población en esos momentos límites: comunismo, fascismo, socialismo… Los cuales han experimentado un auge espectacular en su número de militantes cuando la situación era extrema.

No debemos desmotivarnos si vemos que nuestro movimiento crece lentamente. Creo que el curso de la historia hará de las suyas y, llegado el momento, nuestro deber es estar ahí y ofrecernos como alternativa.

Debemos ser pacientes y constantes, estar cada domingo a las 11:30 en la Plaza de la No-Constitución y en las plazas de toda España, desviando social y positivamente, creando una nueva forma de vernos a nosotros mismos, como agentes poderosos con la fuerza suficiente como para tomar las riendas de nuestras vidas de forma colectiva. ¿Os suena eso de la Libertad Política Colectiva? Pues eso.

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